lunes, 27 de octubre de 2008

De Camping en el Cine


Hace años que no veo películas en ninguno de los canales nacionales de este país, huyendo del doblaje y los interminables cortes publicitarios. Escapo del espacio confortable de mi salón para acudir al cine, donde en teoría las películas se pueden disfrutar en su formato, en pantalla grande y sonido espectacular.

Pues bien, de un tiempo a esta parte ver una película en un sala de cine es como ver un partido de fútbol en un bar, pero pagando. Primero, te hacinan en una sala diminuta donde la pantalla no es mucho más grande que una pantalla de plasma cualquiera. Las entradas son numeradas y aunque vayan cuatro gatos, el taquillero se empeña en que nos sentemos todos juntos, bien arrimaditos, no sea que pasemos frío. Cuando llega la hora de comienzo de la película, la película no comienza; te esperan 15 minutos de publicidad con la joyería de la esquina, la carnicería de los hermanos Gutierrez y la tienda de ropa del vecino del quinto. Siempre se sienta a tu lado un espectador al que no le dan de comer en su casa y espera a ir al cine para atiborrarse como un cerdo. Se aprovisiona con todos y cada uno de los productos mas crujientes y ruidosos que puede encontrar (¡Qué buena idea vender ese tipo de productos en un cine!). A veces tengo dudas de si la gente va al cine o se va de camping, porque a alguno sólo le falta hacer una parrillada.

Por supuesto, también existe el espectador recatado que no come en el cine, pero decide llevarse una bolsita de caramelos de menta con esos maravillosos y súper prácticos envoltorios de celofán extra arrugado, y en vez de desenvolverlo del tirón para que el impacto sonoro resulte el menor posible, piensa que la mejor solución es ir poquito a poquito, alargando el drama y poniéndote los nervios de punta.

También es muy tradicional el espectador preguntón que es incapaz de seguir la más simple línea argumental, que ni ve la película, ni te la deja ver a tí.

Oye, perdona, este personaje es el hermano de la amante de áquel que quería vengarse de su jefe ¿no? Es que no me ha quedado claro...

Y cómo no, siempre está la parejita de charlatanes que les gusta comentar la película para que todos podamos ser partícipes de sus impresiones, y lejos de bajar el tono por vergüenza y respeto, deciden charlar animadamente como si estuvieran en el salón de su casa.

Por último, las nuevas tecnologías también han llegado al cine: los móviles. No importa cuántos anuncios se exhiban un minuto antes de que empiece la película pidiendo que se apaguen los teléfonos, porque siempre sonorá uno en medio de la película.

¡Uy! Yo...Yo...Juraría que lo había apagado...Jeje (Risita nerviosa)

Pero el extremo más sangrante no es ese móvil que suena y su dueño se apresura a apagarlo, no, ni mucho menos. Lo más sorprendente es ese espectador que no sólo deja el móvil encendido, sino que cuando suena, ¡lo coge!, y al escuchar la conversación que mantiene te das cuenta de lo importante que era para él contestar a esa llamada:

¡Hey! ¿Qué pasa?...Yo, aquí, en el cine, viendo una peli...Sí, sí...La última de Al Pacino...Vaa, no está mal....Nada nuevo...Bueno.... te dejo, eh....besitos....

Saludos veloces

Elsupersonico

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