viernes, 31 de octubre de 2008

Yo También Sufrí Discriminación


Llegué a la entrevista de trabajo con bastante antelación. Me acerqué hasta el mostrador de recepción y me presenté al recepcionista, quien muy amablemente me dió unos impresos para ir rellenando mientras esperaba y me invitó a sentarme en uno de los sofás del lobby.

Escogí una silla con mesita, para así poder apoyar los papeles. Me sorprendió el grosor de los documentos y la reiteración en las preguntas; ya contaban con mi curriculum y había realizado una entrevista previa por teléfono. Tranquilamente comencé a rellenar punto por punto el formulario, sin prisa. Necesitaba el trabajo pero no estaba nervioso y tenía mucha confianza en conseguir el puesto. Contaba con una extensa experiencia en el sector y aquel hotel tenía un rango inferior a los anteriores donde había trabajado.

Terminé de completar toda la información unos instantes antes de que se cumpliera la hora acordada para mi entrevista. Levanté la cabeza y observé a mi alrededor con el objetivo de intentar reconocer a mi entrevistador. Una señora de mediana edad vestida con uniforme se aproximó con mucha decisión al mostrador, preguntó algo al recepcionista y éste le hizo un gesto con la mano señalando en mi dirección; era ella.

La mujer se acercó con paso firme, sonriente. Me levanté y nos saludamos cordialmente. Intercambiamos un par de frases de compromiso y agradablemente me pidió que la acompañara. Le entregué los papeles, los cogió y mientras se giraba posó discretamente sus ojos sobre la primera hoja. Sin detenerse volvió la cabeza levemente y me percaté que me inspeccionaba de arriba abajo con una mirada de soslayo y semblante serio, o por lo menos, más serio que hacía sólo unos instantes. ¿Qué pasaba?¿No iba bien vestido para la entrevista?

Caminamos por una laberinto de pasillos y escaleras y pensé que si me dejaran solo en ese punto no conseguría dar con la salida del edificio sin ayuda. Entramos en una pequeña habitación preparada para reuniones. Me pidió que me sentara y ella hizo lo propio directamente en frente de mí. Sonrió forzosamente y hojeó los papeles desinteresadamente levantando la vista de vez en cuando para volver a sonreir de forma cada vez más forzada.
"Eres español"
"Sí"
"Ya..."
Bajó la mirada otra vez y continuó pasando las hojas pero sin detenerse en ninguna en particular. "Veo que solicitas un puesto en la recepción a tiempo parcial. ¿Estás estudiando?"
"Sí, soy estudiante"
"Ya..."
Dejó de mirar los papeles y los colocó a un lado, como si no tuviera intención de volver a ellos "Desafortunadamente, sólo tenemos posiciones vacantes a tiempo completo. Turnos rotativos de mañana, tarde y noche, 45 horas a la semana, y siempre solicitamos máxima disponibilidad. Los cambios de última hora son muy habituales en este trabajo" Hizo una pausa "No creo que sea lo que más te convenga si eres estudiante"
"Pero...No lo entiendo. Cuando me llamaron de recursos humanos me confirmaron la oferta y las condiciones"
"¿Recursos humanos?"
Hizó un gesto de desprecio con la mano "Se han equivocado. Habrá sido una confusión"
"Pero el anuncio al que respondí también especificaba las mismas condiciones"
"Un error" La mujer tornó los ojos y sonrió burlonamente "Se equivocan constantemente. Lamento las molestias"
Permanecí un momento en silencio. No sabía qué decir. La mujer me miraba intentando fingir una sonrisa cálida, pero todo lo más que conseguía expresar era un sonrisa complaciente forzada.
"De todas formas, si quieres puedo pasar tu curriculum a otros departamentos. ¿Estarías interesado?"
"Sí..." Dije no muy convencido. Necesitaba trabajar y ese extremo primó en mi contestación.
"¡Bien! Creo que en la cocina están buscando alguien para limpiar"
"¿En la cocina?" Miré a la mujer fijamente sin esperar respuesta. Estaba perfectamente cualificado para desempeñar el puesto de recepcionista, o en su defecto cualquier otro trabajo de cierta responsabilidad, y ofrecerme limpiar la cocina me pareció una humillación "No, gracias. Yo he venido por el puesto en la recepción. Si no puede ser, esta conversación empieza a ser una perdida de tiempo para usted y para mí"
"Lo lamento mucho" Se levantó con rapidez y con un gesto de la mano me invitó a salir "te acompaño hasta la salida"
"No hace falta. Gracias. Recuerdo el camino" No quería estar ni un segundo más acompañado por aquella mujer.

Desconozco el tiempo que tardé en realizar el recorrido entre la habitación y la salida del hotel ni el trayecto que seguí. Sólo tengo vagos recuerdos de pasillos y escaleras y una sensación confusa de incomodidad. El largo camino en metro de vuelta a mi casa sirvió para reposar la experiencia y aclarar ideas. Cuando llegué a mi destino y me apeé en mi estación ya no tenía la más mínima duda: había sido víctima de una discriminación racista.

A la mañana siguiente, nada más despertarme, sentí la necesidad de disipar cualquier tipo de sospecha y llamé al hotel. Hablé directamente con uno de los recepcionistas y le pregunté si el puesto en la recepción seguía vacante.
"Sí, sí. De hecho, la chica que deja el cargo no termina hasta la semana que viene"
"Es una posición a tiempo parcial ¿verdad?"
"Efectivamente. Turno fijo de cinco de la tarde a once de la noche, cuatro días a la semana."

A pesar de que hace algunos años que viví esta experiencia, todavía hoy me arrepiento de no haber vuelto a aquel hotel y haber denunciado mi situación en recursos humanos. Recuerdo habérmelo planteado, pensarlo y, finalmente, desechar la idea resignado. Tú no hagas lo mismo. No te conformes con las injusticias, sean del tipo que sean. ¡Denúncialas!

Saludos veloces

Elsupersonico

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